Hoy, 8 de marzo, vuelve a celebrarse el Día Internacional de la Mujer. Una fecha en el calendario que se repite año tras año, como se siguen repitiendo las mismas desigualdades, los mismos abusos y los reiterados estereotipos. No queremos alzar la voz un día al año, sino los 365 días.
Desde la creación en 1946 de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer en Naciones Unidas, existe una preocupación constante por la condición de la mujer que se manifiesta en la existencia de un discurso oficial que aboga por la igualdad entre los sexos. Sin embargo contrasta con la perpetuación, principalmente por parte de los medios de comunicación, de un modelo basado en la mayor valoración social de los hombres frente a las mujeres siguiendo el modelo patriarcal clásico, según declaraciones de Mª Jesús Rosado, presidenta de la Fundación iS+D para la Investigación Social Avanzada.
Por muchos que sean los logros que se hayan dado en pro de la igualdad entre las personas, todavía existen grandes diferencias por el mero hecho de ser hombre o ser mujer. Es una constante la escasa visibilidad de las mujeres en los puestos relevantes y de poder en los distintos sectores de la sociedad. Pero estas son dos de las múltiples razones por las que, día tras día, debemos poner todos los medios que estén a nuestro alcance para cambiar esta situación y gritar “basta ya con la violencia de género y la discriminación, con la brecha salarial, con la desigualdad económica, con el sexismo que bombardea desde la infancia y se perpetúa a través de los mensajes publicitarios”… y así hasta un largo etcétera.
En el mundo de la empresa, de la ciencia, de la cultura, de la política, la desproporción entre hombres y mujeres dedicados a estas actividades es tan grande que, a veces, hasta resulta cómico observar a los asistentes de determinadas cumbres, encuentros o consejos formados de forma exclusiva por hombres.
La conciliación de la vida laboral y familiar sigue siendo una asignatura pendiente lejos de solucionarse y va más allá de la baja por maternidad/paternidad. A día de hoy la mayoría de las empresas se acogen a lo estrictamente legal y sólo permiten conciliar con una reducción de jornada y, por tanto, de sueldo. Si tenemos en cuenta que son principalmente las mujeres las que se acogen a esta reducción y si a esto le añadimos la diferencia salarial con los hombres, queda claro que el poder adquisitivo del colectivo femenino deja bastante que desear. A esto habría que añadir, además, que el hecho de no hacer una jornada completa y de reducir “la implicación” con las empresas en cuanto a horas y viajes merma claramente las posibilidades de proyección profesional en la mayoría de los casos.
Desde CCP proponemos que se apliquen medidas de flexibilidad horaria que faciliten la conciliación sin tener que reducir la jornada y el sueldo: .Trabajar 8 horas continuas en el centro de trabajo. .Trabajar 6 horas en el centro de trabajo y 2 horas de teletrabajo. .Reducir a 30 minutos el tiempo de comida para poder salir antes. .Contabilizar las horas de médico especialista de los hijos como las horas de médico de cabecera. .Posibilidad de un mes de excedencia en verano para solventar los problemas de las vacaciones de los niños. .Que las tutorías escolares tengan el mismo tratamiento que las horas de médico de los niños (remuneradas y aceptadas con un justificante).
La desigualdad empieza por los que hacen las políticas. No tenemos más que echar un vistazo a los miembros que componen el Parlamento, la Comisión y el Consejo europeos para darnos cuenta quienes integran estos órganos que rigen la política de nuestro continente.
Las mujeres, a menudo, son las mayores enemigas de sí mismas por determinados comportamientos y actitudes que ahondan en esa desigualdad. Ya advertía Ban Kimoon que “El logro de la igualdad de género requiere la participación de mujeres y hombres, niños y niñas. Es responsabilidad de todos”. Ojalá entre todos seamos capaces de transformar esta realidad y el 8 de marzo sea un día más, sin nada que celebrar ni nada que reivindicar porque se ha conseguido alcanzar esa igualdad tan anhelada.